lunes, 3 de septiembre de 2012

Black Velvet (Alannah Myles)

La canción perdida por antonomasia. A todos nos suena y salvo a unos pocos flipaos de la música, entre los que orgullosamente me encuentro, recordamos quién fue su autora. Corría el año 1989. Un servidor todavía estaba en el instituto, lucía carpeta forrada con multitud de imágenes repartidas a modo de collage, estratégicamente. Y entre todas ellas, es posible que se colara la de la portada del disco de esta chavala, canadiense, la cual petó ese año con su single Black Velvet y de la que nunca más se supo.

Aquello fue llegar y besar el santo. En su primer trabajo conoció las mieles del éxito y todo músico que se precie, si bien sueña con ello, sabe que, a la postre, es malo para su negocio. Sabe que le mirarán con lupa todo lo que haga después. Y lo compararán con lo anterior. Lagarto, lagarto.

Y así le pasó, como a María Jesús y a su acordeón. Pajaritos por aquí, pajaritos por allá. Todo el mundo se rindió ante esta canción tan sensual. Y no es que lo afirme gratuitamente. Ese ritmillo de blues un pelín más acelerado y esa voz susurrante que lo da todo en el estribillo, ha servido de banda sonora de stripteases televisivos. Le dieron hasta un grammy. Y a partir de ahí, fue en picado. Quiso repetir triunfo con un nuevo trabajo (Rockinghorse) y aunque sudó tinta para ello, la prensa y los críticos especializados ya estaban a otra cosa. Habían pasado cuatro años. Y así, con todo lo que ha ido sacando después.

Ahora se ha reconvertido en cantante - poetisa. Como pasa con estas cosas, al final, se ha versionado a sí misma y tras sacar un disco titulado como su canción emblemática (por aquello del enganche nostálgico - comercial), dentro del mismo, exhibe sus dotes literarias con temas nuevos. Sigue al pie del cañón por tanto, pero perdida en el inmenso océano musical contemporáneo. (Perdida porque nadie le da bombo, claro).

Les dejo con esta magnífica canción, que tristemente, ha quedado como música para algún anuncio en la programación de madrugada. ¡Porca miseria!

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